jueves, 20 de septiembre de 2012

La Hombría


La Ciudad y los Perros de Mario Vargas Llosa es una novela que trata mucho sobre la expectativa de tener masculinidad y la fuerza al ser un militar. Según Mario Benedetti, “Para esos adolescentes existe un bajo deleite en compartir y exhibir un poco lo peor de sí mismos; poco a poco el colegio va creando en cada cadete una horrible vergüenza de ser manso, de ser bueno, de caer alguna vez en la execrable debilidad de conmoverse…. Padres, tutores, oficiales, todos parecen estar de acuerdo en que ‘hacerlos hombres’ es apenas un eufemismo para designar la verdadera graduación, el formidable cometido de la escuela: hacerlos crueles.” Esto se evidencia en muchos eventos en la novela, pero principalmente en la introducción de los novatos, a quienes se refieren como Perros, la persecución de Ricardo, quien recibe el apodo de El Esclavo, las intenciones de Alberto al pegarle al Esclavo por celos de Teresa, la mala conducta de Cava, inspirada por la presión por sus compañeros, e incluso la brutalidad transmitida a través de la provocación del jaguar que causó la pelea en el cine. En todos estos casos, se percibe el comportamiento intencionalmente brutal o cruel de los cadetes a fines de demonstrar su fuerza y masculinidad ante los demás y las autoridades.

Los alumnos nuevos que entran en el primer año del colegio militar Leoncio Prado, son llamados de perros y normalmente son tratados con menos respeto y más hostilidad por los alumnos de los años superiores. Un ejemplo es cuando Alberto esta en busca de veinte soles para ir donde la Pies Dorados y piensa en las posibles formas de obtener ese dinero. Una de estas opciones es robarle a los “perros”, los alumnos de primer año. Él quería meterse “ahora mismo en una cuadra de los perros y abrir roperos hasta encontrar veinte soles  o mejor sacar cincuenta centavos a cada  uno  para  que se  note menos y sólo tendría que  abrir cuarenta roperos sin despertar a nadie contando que en todos encuentre cincuenta centavos.” Esto demuestra su falta de consideración y menosprecio por los estudiantes más jóvenes. Tal mentalidad y conducta básicamente se ha convirtió en una cultura adentro del Leoncio Prado, en donde los cadetes, principalmente de años superiores, tratan de mostrar su fuerza y veteranía a través de maltratos y crueldad, mostrando un poco lo peor de sí para cumplir con la definición establecida de que es ser un hombre.

Otro ejemplo es el maltrato de Ricardo Arana, quien recibe el apodo de El Esclavo. Ricardo ha entrado en el Leoncio Prado para que pudiese convertirse en un hombre. Sucede que existe mucha parcialidad en lo que es ser un hombre de verdad en un ambiente militar, principalmente cuando esto se basa en los antivalores, la crueldad y la brutalidad. Su padre piensa igual que el colegio: su hijo no es hombre suficiente y necesita ponerse más duro, y por ende más cruel. Con esto, los demás cadetes se aprovechan de las debilidades de Ricardo para destacar sus propios rasgos de hombría y de dominio, pero Ricardo no se convierte en un ser obsesionado y cruel como los demás, “Ahora ya no tenía esperanza; nunca sería como el Jaguar, que se imponía por la violencia, ni siquiera como Alberto, que podía desdoblarse y disimular para  que  los  otros  no  hicieran  de  él  una  víctima. A  él  lo  conocían  de inmediato,  tal  como  era,  sin defensas, débil, un esclavo.” Para los cadetes, ser un hombre era no posar de víctima, pero para esto se necesitaba que fueran agresivos e inhumanos, cosa que Ricardo nunca lograría.

Ricardo también ama a Teresa, al igual que el Jaguar y Alberto, lo que es más un motivo para que lo persigan. Un día, se supone que el Esclavo se inventa la disculpa que saldría a ver a su madre que estaría enferma para ir en donde Teresa para declararse. Resulta que no va, pero Alberto se pone furioso y decide ir tras él para pegarle. Una situación como esta puede ser resuelta a través de dialogo, pero la violencia prevalece en la mentalidad militar ya que están siendo preparados para situaciones de guerra en vez de situaciones emocionales en donde la hombría lleva otro significado.

Esto también se nota en la pelea del cine, en donde los alumnos tratan de resolver sus diferencias a través de la violencia en vez del dialogo. Con esto pueden ganar el respeto uno de otro, revelando su fuerza y superioridad. De este modo esperan crear una imagen de hombría y honra ante los cadetes que le enfrentan y así conquistar respeto. No obstante, llega el teniente y la pelea termina antes que alguien pudiera comprobar cualquier superioridad. Empero, La búsqueda de la hombría no termina ahí. Un “hombre” según ellos, no es solamente el que se dispone a la violencia sino también el que muestra coraje. Sin embargo, este concepto también esta distorsionado ya que los cadetes esperan que un hombre como Cava tenga el coraje y la “hombría” de robar los exámenes de química. Este coraje de infligir las reglas e ir de contra de las normas éticas de cualquier institución infelizmente es el tipo de coraje venerado por los cadetes, revelando la degradación de la moralidad en la sociedad militar y los principios éticos de la masculinidad.

Los cadetes tratan de exhibir un poco lo peor de sí mismos ya que estos rasgos son vistos como señales de hombría, y les da vergüenza ser manso, bueno o conmoverse como por ejemplo por lastima del esclavo o piedad por los cadetes de años inferiores. La sociedad, siendo padres, tutores u oficiales, tratan de hacer que los cadetes sean más hombres, pero por causa de la crianza militar asociada a la fuerza y violencia terminan haciendo de ellos creaturas brutales y crueles.

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